MI COMODÍN

                                              MEA    CULPA (3/3)

      Etelberto Cruz Loeza.

Amigablemente, continuamos charlando: tú puedes pensar que estoy en contra de la administración federal, pero no es así.

Es una forma muy simplista de categorizar y clasificar: de este lado yo significo la transformación, el cambio, soy liberal. Del otro lado, los que no están conmigo, los que están contra mí, los fifís, los chairos, los conservadores.

Es una visión, y una percepción, bastante mesiánica y maniquea.

Y eso es bíblico. Y dudo bastante que seamos el Pueblo Escogido, por un lado y por otro cachete la realidad no está configurada únicamente de dos colores: blanco y negro. Aquí está…policromática; se dice que hay más de 2500 cromías. Ya trasladado en nuestro país a los partidos y a la política, somos un país diverso, plural y variado.

Deseo que le vaya bien en sus ideas, porque si le va bien a él, le irá bien a toda la sociedad nacional, al país, y al Estado mexicano.

Entiendo que desea, no únicamente conservar el poder y lo mejor para todos nosotros, pero me da la impresión que no puede definir qué es y cómo es lo que quiere, que no sabe lo que tiene, que no sabe lo que quiere y, en el menos mal de los casos, ignora con quién hacerlo y con qué, que parece ser certezas, lamentablemente. Carlos Slim, el 16 de mayo, en la Fundación Círculo de Montevideo, dijo: conducir el cambio significa, primero, tener visión de mediano plazo y largo plazos de a dónde iban, qué era lo que vería, cuál es el camino, qué hay qué hacer para que la tecnología se convierta en puente al desarrollo. No se está conduciendo el cambio como lo hacen países de Asia, como China, Corea del Sur y Singapur.

En el trayecto al sur, consideré que nuestro presidente es maquiavélico y tiene como libro de cabecera El Príncipe. En casa, lo releí y algunas de sus recomendaciones son, y están, fiel y puntualmente aplicadas por el titular del Ejecutivo Federal, y por AMLO.

A continuación, algunas y que son razón suficiente y leit motive de sus programas sociales prioritarios: Un Príncipe necesita contar con la amistad del pueblo, pues de lo contrario, no tiene remedio en la adversidad. Y si hay algo que deba evitarse es ser despreciado y odiado…porque el no ser odiado por el pueblo es uno de los remedios más eficaces de que dispone el Príncipe contra las conjuras. Un Príncipe cuando es apreciado por el pueblo, debe cuidarse muy poco de las conspiraciones, pero que debe temerlo todo, y a todos, cuando lo tiene como enemigo y es aborrecido por él.  Los Estados bien organizados, y los Príncipes sabios, siempre han procurado no exasperar a los nobles y, a la vez, tener satisfecho y contento al pueblo.

Un Príncipe jamás podrá dominar a un pueblo cuando lo tenga como enemigo, porque son más los que lo forman.  Lo peor que un Príncipe puede esperar de un pueblo que no le ame, es ser aborrecido por él. El que llega a Príncipe mediante el favor del pueblo debe esforzarse en conservar su afecto, cosa fácil, pues el pueblo sólo quiere no ser oprimido; finalmente: el que llega con el favor popular es única autoridad y no tiene en derredor a nadie, o casi nadie, que no esté dispuesto a obedecer.

Ahora con este telón de fondo sabrá usted y valorará la intención, el entusiasmo, razón e interés del Ejecutivo Federal en echar a andar, lo más pronto que se pueda, TODOS sus programas sociales y dar, derramar, regalar $$$ y más $$$ a ancianos, jóvenes, ninis, a niños de guarderías, estudiantes etc.: NECESITA, DEBE CONTAR CON SU FAVOR, CON SU APOYO, CON SU ACEPTACIÓN…CON SU PUEBLO. ¡Con todo ya inicio la bajada!

Y lo que recomienda Nicolás Maquiavelo: – y que parece que nunca jamás hará nuestro presidente -: un Príncipe que no es sabio no puede ser bien aconsejado y, por ende, no puede gobernar, a menos que se ponga bajo la tutela de un hombre muy prudente que lo guiere en todo.

También, fielmente, aplica al pie de la letra las recomendaciones del Manual del Dictador: equipo de gobierno codicioso que valora el poder y reconocen cómo obtenerlo y cómo no perderlo; después, conseguir el poder político y mantenerlo; depender de pocas personas para alcanzar y conservar el cargo; pensar y saber qué es lo que ayuda a los dirigentes y mantenerse en el poder… ¡Y todo lo tiene!