REPERCUSIONES

SAMUEL MALDONADO B

VINI, VIDI, VENCI

Quienes lleguen a leer por curiosidad la frase con la que inicio esta columna semanal, podrán no saber quien es el autor de la misma, pero seguramente conocerán realmente su significado. Esta frase o expresión latina es conocida internacionalmente  y se sabe que fue no usualmente utilizada por el general y cónsul Julio Cesar, cuando presente en el Senado, le informaba  a la asamblea que había “vino (ido), visto y vencido” en la batalla realizada en Zela, derrotando al Rey del Ponto.

En materia de seguridad nacional quisiéramos  que las autoridades gritaran a los cuatro vientos esta famosa frase de Julio Cesar, que seguramente los mexicanos aplaudiríamos  y así no habría comentarios sarcásticos en torno a la ineficiencia nacional no solamente presidencial, sino en la erradicación de  las organizaciones criminales y que dejaríamos de comentar agria o sarcásticamente los frecuentes errores que se cometen desde la alturas de la administración publica federal.

Lamentablemente leemos a diario cómo las autoridades de la Secretaría de la Defensa Nacional, y de la Marina, que debieran ser ajenas a la persecución de delitos  del fuero común, oficiosamente sirven de guía a secretarios del imperio del Norte,  a quienes pasean por gran parte del territorio nacional en aeronaves militares nacionales, informándoles de la estrategia seguida para combatir el crimen organizado, los logros obtenidos y casi  asegurándoles que  los mexicanos vamos ganando estas guerras internas en contra de los quien sabe cuántos carteles criminales existentes.

En las páginas electrónicas leemos día a día las malas notas de los servidores públicos que están en conflicto por no cumplir con las responsabilidades encomendadas. Leemos los diarios y nos enteramos de las desapariciones forzadas y de asesinatos de periodistas, del robo de gasolina en ductos de Pemex desde varios años atrás y nos sorprende  más, que hasta hace poco los directores de la casi extinta empresa nacional llamada Petróleos Mexicanos, se hayan dado cuenta de esta sangría cometida en contra de los intereses nacionales y seguramente con la complacencia de las mismas

En la otra cara de la moneda y sufriendo, está el resto de la población, con la exclusión desde luego de los grandes millonarios que fueron quedándose con los diferentes empresas antes nacionales. En ese resto, se incluyen a los grupos más necesitados, mismos que  son presa fácil de las organizaciones dedicadas al tráfico de drogas, mismas que pagan por siembra y cosecha mucho más de los indignos salarios que reciben campesinos y obreros, quienes terminan pagando con sus vidas.

La pobreza reinante induce a engrosar las filas de los contrabandistas de mariguana y cocaína, que son captados por quienes tiene para pagar mucho más de lo que significa el mísero salario diario y, una vez enrolados, en cualquier momento los perdemos ensangrentando el territorio nacional, sin excepción de estados y municipios. ¡Así lo vemos, de frontera a frontera y de costa a costa¡

Las noticias diarias nos informan de la interacción de gobiernos de diferentes colores prácticamene actuando o haciéndose de la vista gorda ante los actos criminales, pero eso sí, endeudando y comprometiendo el futuro de los estados y de las poblaciones respectivas. Los gobernadores no saben hacer otra cosa más que pedir fiado,

Nos llama la tristeza el observar el lamentable actuar del Ejecutivo Federal y por más que leo y repaso sus diarias acciones y lamentables discursos, no encuentro nada que me induzca  aplaudirle y sí  a rezar para que los meses que le faltan al gobierno ya no cometa más torpezas.

Las masacres en el país no disminuyen, por más esfuerzos que realizan tanto el Ejercito Nacional como la Marina Nacional, que prácticamene han sustituido a las autoridades encargadas de la seguridad pública nacional

¡En fin, el fin no sabemos cuando se presente¡

s tomadas precisamente de los saqueos que al frente de sus entidades cometieron. ¡Salen de las cárceles más gordos y sonrientes¡ seguros de que no les pasará nada.